viernes, 5 de agosto de 2011

El Extraño Caso de Ulises Couto (SUCESOS ESTIVALES)


Había sido un año de mucho trabajo en la oficina. Apenas había tenido tiempo para estar con su mujer y sus hijas y empezaba a notar el efecto del estrés que lo convertía en un ser impaciente e irascible.

Últimamente, Ulises se cuestionaba con relativa frecuencia el estilo de vida 0ccidental consumista. ¿Por qué no podemos adoptar los fines de semana de 3 días?, ¿por qué no enfriamos un poco la economía mundial?, ¿para qué necesitamos tanto dinero y tantos bienes materiales?

Necesitaba un respiro y por eso Ulises había decidido tomarse en serio las vacaciones. Soñaba con largos momentos de relax, reflexión interna y libertad a raudales junto al mar. Como muchas veces sucede, su mente había distorsionado la realidad atribuyendo grandes expectativas a los días de asueto que casi parecían destinados a convertirse en un periodo iniciático.

Por fin llegó el 31 de julio y Ulises empezó a cargar el coche con las ilusiones a flor de piel. Al día siguiente saldrán de viaje para empezar una nueva vida, aunque sólo sea por unos días. El viaje fue muy tranquilo y hasta placentero. Nada que ver con las tradicionales operaciones salida convertidas en una especie de vía crucis hasta el paraíso soñado a causa de los infernales atascos. La atenazante crisis económica en la que se encontraba sumido el país hacía ya bastantes meses que había dejado las carreteras medio vacías. Después de conducir durante unas cuantas horas, llegaron a su destino, un pueblo playero en algún punto no muy lejos del cabo La Nao.

Como todavía quedaban unas cuantas horas de sol, entre todos decidieron que la mejor manera de quitarse el cansancio del viaje era darse un primer chapuzón en la playa sin entretenerse demasiado para poder estar a la hora de cenar en el hotel. Cogieron lo imprescindible y se dispusieron a bajar a la playa con cierta sensación de inseguridad, producto sin duda, de la falta de costumbre, ¡todavía tenían que aclimatarse!

Nada más pisar la arena de la playa, sobrecalentada por un sol de justicia que todavía lucía bastantes grados por encima del horizonte, Ulises sintió una fuerte sensación de irrealidad en la que el griterío de la gente pareció apagarse. La insolación era tan fuerte que hacía fácil suponer que no eran necesarios muchos minutos sin protección alguna para alcanzar un estado alterado de conciencia. Sin embargo, en aquella ocasión sintió ese típico sentimiento que siempre aparece en los instantes previos o inmediatamente posteriores al suceso de un hecho luctuoso. No le dio demasiada importancia y Ulises supuso que el estado de alerta, que solía ser su estado habitual, no había desaparecido todavía.

Caminaron entre sombrillas, las niñas extasiadas por la visión del mar, hasta que encontraron algunos centímetros cuadrados sin conquistar de los que tomaron posesión. La mujer de Ulises, le miraba de reojo porque lo notaba un poco raro.

Una vez montado el campamento, Ulises fue el primero en romper esa sutil barrera que divide el cuerpo entre la introversión invernal y la desnudez estival. Es como una delgada películas que nos hace reticentes al primer baño y que una vez rota, nos permite entregarnos a la Naturaleza y sentir que le pertenecemos.

- ¡Niñas, esperadme aquí afuera que voy a probar el agua, a ver si está buena!

Ulises Couto comenzó a adentrarse en el Mediterráneo un 1 de Agosto de 2011, mientras encaraba las olas de costado ofreciéndoles el hígado para evitar que le golpearan la barriga que se encontraba ocupada en la digestión. En un momento determinado giró la cabeza hacia la orilla donde vio expectantes a sus dos hijas. Con el ánimo renovado encaró de nuevo el rompeolas y lo superó, pasando a una zona más tranquila donde las olas pasaban sin cabellera. Por fin se zambulló completamente mientras un pensamiento extremadamente placentero recorría su columna vertebral. - ¡Oh, cuánto lo necesitaba!

Emergió mirando hacia la costa y en la lejanía de la orilla vio por última vez a sus dos hijas que no cabían en si mismas por meterse en el agua. Él las saludó con el brazo y se dispuso a salir para hacer partícipe a toda la familia del disfrute marino. Sin embargo, un pensamiento egoísta atravesó fugazmente su mente, - venga, un poquito más hacia dentro y ahora mismo salgo.

Comenzó a caminar mar adentro, y al tiempo que sus pies se desprendían del suelo arenoso empezó a sentir una extraña atracción por la inmensidad del mar como icono sublime de la libertad que tanto ansiaba en su vida cotidiana. Al mismo tiempo, algo empezó a susurrarle a los oídos palabras dulces, algo le alababa cariñosa y suavemente mientras él seguía nadando hacia la inmensidad del seno líquido, que sentía como si fuera el vientre materno.

Las niñas en la orilla presintieron que algo iba mal y corrieron asustadas a alertar a su madre que hacía rato se tostaba al sol vuelta y vuelta. La madre apenas fue capaz de vislumbrar la cabeza de su marido en la lejanía, sólo un instante, antes de que el juego de vaivenes producido por el oleaje le ocultara para siempre la visión de su marido.

En ese preciso instante, Ulises notó que algo tiraba de él suavemente hacia el fondo y que él, en lugar de sentir ahogo, sentía una dulce sensación de fusión con la Naturaleza, como si pudiera respirar bajo el agua y su cuerpo se hiciera agua.

Una lancha de salvamento partió veloz hacia la zona pero no encontraron nada. Era imposible, si se había ahogado, el cuerpo debería estar allí. Los voluntarios de salvamento no se atrevían a volver a la orilla y decir que no lo habían encontrado, era algo sin sentido. Sin embargo, la tardanza de estos y la llegada de una patrulla de la policía puso las cartas sobre la mesa, allí no había ni rastro de Ulises Couto.

Ulises Couto ya no pertenecía al mundo terrestre. Su cuerpo se había deshecho transmutándose en forma de moléculas de agua y su conciencia formaba parte ya de las profundidades marinas. Sin embargo, él no quiso abandonar a su familia y de vuelta a la ciudad donde residían, cuando su mujer y sus hijas contaban lo sucedido, se presentó delante de toda la familia en la lágrima que brotó de los ojos de su hija pequeña.

La Rosa de los Vientos (Onda Cero)

3 comentarios:

Lluís P. dijo...

Benvolgut Joan,
Donat que durant tota la lectura del teu relat he estat identificant la familia d’Ulises Couto amb la teva (una dona, dues filles, desplaçament per estiuejar prop del cap de la Nao), la veritat és que el final l’he trobat una mica bèstia. Entenc que tinguis ganes de vacances i de fondre’t en les aigües del teu tros de Mediterrani, però d’aquí a descomposar-te en molècules d’aigua i deixar vídua i orfes, la veritat, té un punt de macabre (no em facis cas, que són mals pensaments que hauré de redimir quan m’aclareixis si el nom d’Ulises Couto és l’anagrama d’algú conegut).
Ara bé, si deslliguem els fets descrits de les coincidències personals, t’haig de confessar que m’ha agradat la manera com has resolt el final, amb aquest triple salt mortal des de la molécula d’aigua que es troba al fons de la mar fins a la llàgrima de la filla trista, una sorpresa molt reeixida. M’ha fet venir al cap aquella frase de Shakespeare “un home pot pescar amb el cuc que menjà carn de rei i cruspir-se el peix que devorà aquell cuc”.
Que passis unes bones vacances amb els teus i, sobretot, no nedis més enllà del que dicta la prudència!

Lluís

Juan Francisco Caturla Javaloyes dijo...

Estimat Lluís,

m’agrada la forma desenfadada amb que llegeixes les meves histories macabres. Com ja t’hauràs adonat m’agrada lo macabre i es que en realitat estic fent servir el fet de l’escriptura per exhortitzar els fantasmes i allunyar les pors. Tots tenim pors, uns mes que d’altres, de manera que trobo un efecte calmant en extrapolar-les i intentar arribar fins al final d’aquestes exageracions i posar-les per escrit. Així el infern sembla menys infern si ja has fet alguna visita turística.
En quant al nom, em sembla que et decebré perquè no conté cap clau amagada. Ulises es clarament un ham per portar al lector cap al mite de la Odisea de Homer i el cognom Couto va ser simplement producte de una apreciació subjectiva meva que em va fer pensar que Ulises es mereixia un cognom portuguès. Així que el vaig trobar en la Guia Telefònica de Lisboa. Normalment, les guies telefòniques d’alguns països (com Alemanya) contenent noms que son absolutament literaris.
Per últim, comentar-te que no em ficaré al aigua sense el meu flotador amb forma d’aneguet.
Bones vacances!
Joan

Jordi Ribera dijo...

Joan, Felicitats per aquest regal que t'han fet a la rosa de los vientos. Sens dubte el relat s'ho mereix